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Dicese que Si el amor debe ser inolvidable las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento, como los pájaros hacia los hombros de San Francisco de Asís.
Y así son las casualidades, un azar que significa algo más. Es Platón que te habla desde la tumba: “¡He aquí el mito del andrógino, haciendo estragos en ti!”
La primera vez que me ocurrió esto fue dando de rol por las librerías del viejo. Para ese entonces había dejado de lado las esperanzas de estar con él; mientras mi cuerpo se estremecía al mínimo contacto, tenía que repetirme constantemente: “Sólo somos amigos, nada más.”
Entonces, de entre un remolino de puestos clandestinos de libros y películas, que amenizaban la tarde con los mejores éxitos gruperos sonó un misterioso jazz. No pude evitar tararear con disimulo y sonrojarme torpemente: I know I stand in line until you think you have the time to spend an evening with me como si los espíritus me estuvieran dando una oportunidad de decirle a él lo que sentía, estoy segura que nunca se dio cuenta.
No sospecho nada, mucho menos la segunda vez que me escape con él. Esa noche esperando el metro en la estación de Quevedo, cuando íbamos de regreso al Foro Sol por alguna extraña razón irracional el universo me jugó de nuevo la broma: And then I go and spoil it all by saying something stupid like "I love you".
Y tal vez el amor no fue como el caudal de dos ríos que inevitablemente tenía que unirse, pero algo es seguro, todos esas pequeñas señales que sólo yo vi hicieron de ese cariño imposible algo imborrable.
Y así son las casualidades, un azar que significa algo más. Es Platón que te habla desde la tumba: “¡He aquí el mito del andrógino, haciendo estragos en ti!”
La primera vez que me ocurrió esto fue dando de rol por las librerías del viejo. Para ese entonces había dejado de lado las esperanzas de estar con él; mientras mi cuerpo se estremecía al mínimo contacto, tenía que repetirme constantemente: “Sólo somos amigos, nada más.”
Entonces, de entre un remolino de puestos clandestinos de libros y películas, que amenizaban la tarde con los mejores éxitos gruperos sonó un misterioso jazz. No pude evitar tararear con disimulo y sonrojarme torpemente: I know I stand in line until you think you have the time to spend an evening with me como si los espíritus me estuvieran dando una oportunidad de decirle a él lo que sentía, estoy segura que nunca se dio cuenta.
No sospecho nada, mucho menos la segunda vez que me escape con él. Esa noche esperando el metro en la estación de Quevedo, cuando íbamos de regreso al Foro Sol por alguna extraña razón irracional el universo me jugó de nuevo la broma: And then I go and spoil it all by saying something stupid like "I love you".
Y tal vez el amor no fue como el caudal de dos ríos que inevitablemente tenía que unirse, pero algo es seguro, todos esas pequeñas señales que sólo yo vi hicieron de ese cariño imposible algo imborrable.
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