sábado, 2 de mayo de 2009



--Si le ponemos nombre, si lo decimos entonces sólo complicaremos las cosas. Está mejor así: sin etiquetas.

...

La condena del hombre no está en el nombrar, sino en la responsabilidad que conlleva.

Cuando el primer ser formó melodías de significados creo necesidades. Entonces se impuso el mandato bajo todo lo que es alcanzable con el tacto fónico.

El que es nombrado tendrá la necesidad de escucharse en otros labios y el otro deseara desesperadamente decirlo para tratar de entender la materia incomprensible. Así somos los humanos tratando de medir lo inmedible. Lo peor es que la costumbre abusurda-mágica-incomprensible se diluye con la esencia.



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